Es muy habitual que las matemáticas se trabajen en el aula de manera muy repetitiva, sin razonamiento detrás de las operaciones. Esta técnica vale para aprender la operatividad pero no es útil si queremos que entiendan cuándo y cómo usar cada herramienta, es decir, que se pregunten los porqués. Si se le enseña al alumnado un tipo de «problema» y repiten varios del mismo tipo para luego hacerles un examen con dos o tres tipos de ejercicios distintos y los superan… luego los olvidan. Es verdad que cuando el siguiente curso se enfrentan a la misma situación les es más fácil recordarlo pero ese no es aprendizaje que buscamos.
En nuestro Colegio, para luchar contra estas píldoras de información y así poder aprender matemáticas de manera significativa y a largo plazo y para que las técnicas matemáticas se conviertan en una caja de herramientas y nuestros alumnos y alumnas sean capaces de razonar cuál de ellas es la más útil para cada situación competencial a la que se enfrenten, hemos desarrollado un proyecto de innovación educativa que ha conseguido el sello de la DGA: «Lo lógico es que las matemáticas sean lógicas».
Así, en primaria hemos dotado a todo el profesorado de mates desde 3º de un dossier específico y evolutivo para completar y mejorar sus métodos, con sesiones y dinámicas específicas, problemas distintos, retos, sugerencias metodológicas… todo un arsenal de herramientas didácticas para que nuestros chicos y chicas aprendan mejor, salgan de su zona de confort y tengan que pensar antes de dar cualquier paso, evitando las respuestas mecánicas que no estén razonadas.
En secundaria damos el siguiente salto y no sólo hemos implementado retos, problemas… sino que además hemos analizado la estructura del temario y hemos estructurado que la forma de dar las clases sea distinta. En primero de ESO nos enfrentamos a los contenidos de un modo más clásico para dotar al alumnado de la base técnica de las nuevas herramientas que requiere la etapa para, en segundo, usar materiales y metodología totalmente distinta y competencial, con contexto real y en formato de proyecto. Todo un curso en el que aplicar las herramientas, para trabajarlas casi sin darse cuenta, para encontrarles la utilidad. En tercero, una vez implementadas, asimiladas y reforzadas esas técnicas y herramientas se cambia la metodología para que se den cuenta que esos, que parecían distintos tipos de problemas, son en realidad distintas facetas de un mismo concepto y que hay siempre muchas maneras válidas de solucionar un mismo problema. Así, los estudiantes aprenden a encontrar sus trucos y atajos, sus propios métodos más eficaces y a crear sus propias estrategias demostrando un nivel de dominio que les sirva para tener la base necesaria para enfrentarse al inmenso salto cualitativo que representa el temario de cuarto de ESO con los logaritmos, la trigonometría, los vectores, los límites, la representación de funciones, introducción a la derivada… y donde esa forma de pensar les prepara para salir del colegio con un nivel de dominio matemático por encima del resto de alumnado. Estamos muy orgullosos cuando vuelven para decirnos que, una vez empezado el bachillerato, se sienten muy bien preparados para obtener la mejor nota posible.