La evaluación debe ser formativa, es decir, debe dar al alumnado la capacidad de aprender, progresar y mejorar. No es sólo un elemento para poder saber cuánto saben. Y debe ser variada.
Este curso en tecnología de 4º vamos a evaluar a través de presentaciones, scape rooms creados por ellos mismos, proyectos digitales de creación propia, proyectos de robótica, de creación de apps, tests… y para aprender y valorar la relación entre tecnología y sociedad lo que hemos planteado es un debate. Y es que todas las asignaturas sirven para trabajar la competencia lingüística y la social y cívica, cada una a su manera y las herramientas de una pueden servir para la otra.
La auto y coevaluación que ha hecho el alumnado al terminar pone de manifiesto que valoran muy positivamente la experiencia, que agradecen la oportunidad de usar la propia evaluación como medio de aprendizaje, el que se haya valorado no sólo el resultado final sino el proceso. Ponen en valor la existencia previa de una rúbrica de cómo se iba a evaluar que les servía a la vez de guía para aprender qué se esperaba de ellos y ellas y el andamiaje del profesorado que les ha ido dando pautas según avanzaban porque, al ser la primera vez, lo normal es equivocarse y agradecen que en lugar de penalizarles al final lo que hayan hecho es darles ideas de cómo mejorar durante el propio debate pues, cuando el objetivo es el aprendizaje, la nota es algo más secundario, una consecuencia del primero y no el fin en sí misma. En ese sentido, una de las cosas que mejor les ha venido ha sido que les hagan ver que incluso una actividad que consideraban competitiva, afrontada desde un punto de vista cooperativo ofrecía mejores resultados tanto numéricos como a nivel de sensación de crecimiento personal.