Lo cierto es que las mates pueden dar para más, se trata de una asignatura que, de tener las horas suficientes, podrían orientarse desde los retos, desde las mates-magia, desde las olimpiadas matemáticas, desde la resolución cooperativa… Pero la realidad es que son una asignatura instrumental con un temario muy muy extenso y exigente que necesita de trabajo diario y de un nivel de abstracción importante y en las que hay una serie de algoritmos que hay que aprender y mecanizar antes de poder crecer en el dominio de los conceptos para su aplicación.
En el Colegio, siempre que tenemos oportunidad, intentamos orientar la asignatura para tener todas estas cosas en cuenta. En 1º y 2º que el temario es parecido y un curso es un repaso de otro aplicamos métodos distintos para primero enfrentarnos a los conceptos de manera mecánica para crear «músculo matemático» y luego verlos de manera más competencial e interrelacionarlos para evitar las «píldoras de información» y entender que todos los temas son versiones de una misma realidad…
Pero luego llega 3º de ESO y hay que dar el siguiente salto. El de la abstracción. El de convertir los algoritmos que hemos aprendido en herramientas que nos sirvan para enfrentarnos a escenarios más complejos en los que usar la creatividad para superar el siguiente nivel, el big boss.
En matemáticas académicas hay algún momento de mates-magia, alguna clase en la que trabajar retos… pero sobre todo hay un ritmo de trabajo cooperativo que nos ayuda a enfrentarnos conjuntamente al «monstruo de las mates» y gracias a ese compañerismo estamos ganando la batalla.
